Revolución industrial
Revolución industrial
Qué es
Revolución industrial es el nombre que recibe un conjunto de cambios tecnológicos iniciados a mediados del siglo XVIII en el Reino Unido, así como su impacto en la sociedad: la declinación del feudalismo y la monarquía; el desarrollo del capitalismo, la democracia y el socialismo y la mecanización agrícola, las migraciones rurales y el crecimiento de la población urbana.
Entre otras, la introducción de la máquina de vapor permitió que la producción se realizara a una escala mucho mayor que con los métodos artesanales tradicionales, lo gue se vio reforzado por la aplicación de los principios de la división del trabajo.
La Revolución industrial se dividio en dos etapas: la primera revolución industrial que se caracterizó por el descubrimiento de la industria textil, y la segunda revolución industrial que se caracterizó por los avances científicos y tecnlógicos.
Interpretaciones
El desarrollo tecnológico de la humanidad ha sido una constante desde tiempos inmemoriales, pero a partir del siglo XVIII ese desarrollo ha ido más rápido que anteriormente, al encontrar, rápidamente, una aplicación práctica a los avances científicos. Estos avances se fundamentan en la observación de la naturaleza y tienen aplicación en el mundo cotidiano. Esto es lo que se ha dado en llamar revolución industrial.
La primera fase de esta revolución industrial, moderna, surge en Inglaterra en el siglo XVIII y XIX con el despegue tecnológico como hecho más destacado. Lo fundamental de la revolución industrial es la transformación del sistema económico.
En fecha tan temprana como 1837-1838 Engels, que es el primero en utilizar el término revolución industrial, en su libro «Situación de la clase obrera en Inglaterra», estudia las relaciones que existen entre el surgimiento de la producción en fábricas y el desarrollo del proletariado industrial y la transformación de las estructuras sociales. Todo esto lo sistematizará más tarde Carlos Marx en «El capital», un esquema teórico de interpretación de la revolución industrial. También John Stuart Mill describe el proceso en 1848, en su libro «Principios de economía política».
Durante la revolución industrial se establece la división entre propiedad y trabajo, y la concentración de los recursos económicos. Es el fin de una época con un determinado concepto de la propiedad y de la producción (el feudal) en el que las relaciones de intercambio estaban poco desarrolladas, en un marco de obligaciones serviles y de relaciones de trabajo dependientes y semidependientes. Se crean nuevas formas de generar plusvalías. Se mercantilizan las relaciones sociales. También se estudian las leyes del movimiento y de la transformación de la sociedad capitalista. Se examinan las formas de trabajo asalariado, comprado y vendido como fuerza de trabajo, la división del trabajo y el sistema de fábrica, en las que se emplea la máquina, para la producción, como medio de reducir los costes unitarios, incrementando así los beneficios. Para lograr esto es necesario concentrar los medios de producción. Además, el incremento de los productos industriales implica el aumento del mercado, ya que es necesario un número mayor de personas que compren los productos fabricados. Esto se consigue gracias a la reducción del precio unitario, y a que, en un principio, los consumidores principales de los productos industriales son la propia industria y los transportes, aunque también el proletariado que compra productos, textiles sobre todo.
Para los contemporáneos, en el siglo XVIII y XIX, la revolución industrial es ante todo la destrucción de las costumbres y las comunidades de trabajo tradicionales. Los contemporáneos ven el desarrollo tecnológico como un empeoramiento de las condiciones de vida de los sectores más humildes ya que se quedan sin el amparo de los gremios. Los gremios son, además, los garantes de la calidad de los productos. Se organizón en un movimiento llamado Ludismo.
Lo más llamativo para los contemporáneos fue el éxodo rural, ya que probablemente fue la manifestación más espectacular, e inmediata, del proceso. En 1906 Paul Mantoux estudia este tema en su libro «La revolución industrial en el siglo XVIII», junto con el asunto del colonialismo mercantil que marcó la política económica y exterior de todos los países industrializados. Existen teorías que explican la revolución industrial desde el punto de vista demográfico, demostrando sus tesis gracias al éxodo rural, al aumento del salario rural y a la disminución de los ingresos señoriales, que obligaría a la población a buscar otros medios de vida.
Adam Smith es uno de los primeros teóricos de la economía, que se dedica a estudiar cómo funciona el capitalismo. Sus tesis se apoyan en las decisiones económicas y en las actitudes sociales de la burguesía industrial. Sus ideas revolucionaron los conceptos sobre el trabajo, el valor, el dinero, etc.; y mostró a la sociedad de la época cómo funciona el capitalismo. Esto le valió los ataques más airados de la burguesía y, también, la toma de conciencia de los males del capitalismo por parte de algunos burgueses ilustrados, que tomarán una postura moral ante los desmanes del capitalismo, y tratarán de reformarlo buscando fórmulas que se recogerán en la ideología comunista.
Estudiosos como Werner Sombart y Henry Sée mantienen la tesis de la continuidad, y no de la ruptura, de la revolución industrial. La tesis de la ruptura se establece a posteriori al comprobar que fue un proceso continuo y sin marcha atrás que duró tan sólo 20 años. Sin embargo, para el triunfo de la revolución industrial fue necesario que se formaran los Estados nacionales, se redefinieran los derechos sobre la propiedad, se identificara el beneficio privado con el progreso colectivo, se desarrollara el mercado y la ciudad, y que disminuyeran los costes de producción gracias a la máquina y el sistema de producción en fábricas.
Una interpretación más cercana a nuestros días es la que nos ofrece Keynes, según la cual la revolución industrial tuvo una parte de ruptura y otra de continuidad. Durante la revolución industrial aumentan las rentas per cápita, y no sólo el producto interior bruto. Se modifican las formas de producción, al utilizar máquinas, de distribución y de mercado. El aumento de la renta per cápita supone nuevos usos de las rentas y un cambio en la composición de la demanda, que implican una transformación en el sistema social de valores. La revolución industrial supone el fin de las crisis de subsistencia por falta, o aumento, de la fuerza de trabajo.
Pero, en realidad, todas estas cosas son causas y condiciones determinantes del desarrollo industrial. En la revolución industrial actúan una serie de factores de tipo endógeno y otros de tipo exógeno que determinan su curso.
Factores de tipo endógeno
La revolución industrial tiene lugar gracias a una serie de factores que tienen que ver exclusivamente con cambios en la propia industria, y en la economía, que es emplea en su impulso. Estos son: el progreso tecnológico, la acumulación de capital y la política empresarial.
Durante el periodo que se conoce como revolución industrial se multiplican las innovaciones técnicas que se pueden aplicar en la industria. Este es un factor decisivo para el proceso de revolución industrial, y condición indispensable para su desarrollo. Pero no sólo se producen innovaciones tecnológicas, sino que, además, se aplican en el sistema productivo, con lo que se consiguen reducir los costes unitarios.
La aparición de maquinaria en el trabajo, que era capaz de realizar las tareas que estaban haciendo los obreros, supone un cambio en las relaciones entre el empresario y el trabajador, y en las condiciones de compra y venta de la fuerza de trabajo; no sólo porque las máquinas hagan la tarea de los obreros con mayor eficacia, sino, también, porque estos deben hacer otro tipo de tareas, como el manejo de la máquina, y no el trabajo de producción directo.
Los avances científicos y tecnológicos comienzan a madurar cuando responden a una necesidad de la burguesía. Las primeras innovaciones se dan en la industria textil. En 1733 John Kay inventa la lanzadera volante, y en 1764 James Hargreavas la Spinning Jenny. Estas máquinas están destinadas a aumentar la productividad, con lo que se ahorra mano de obra. En realidad, no son más que hiladoras múltiples. Pero, también, Henry Cort inventa un nuevo sistema de pudelación y laminación del hierro, James Watt la máquina de vapor, en 1767, de tanta transcendencia, y con tantas aplicaciones en la revolución industrial. Estos inventos se aplican, sobre todo, en la siderurgia, y posibilitan la mecanización de la producción, hacer hierro a bajo coste, y permiten la transformación sencilla del producto. La fabricación de hierro es fundamental en los inicios de la revolución industrial, por que la propia industria y los transportes son grandes consumidores de hierro y acero.
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