viernes, 14 de mayo de 2010

EL TITANIC



Un trasatlántico naufraga en aguas del Atlántico y mueren decenas de personas. Camarotes de lujo, maderas nobles y millonarios exhibiéndose. Compartimentos de tercera clase con emigrantes hacinados. El barco no se llamaba 'Titanic' ni corría el año 1912. Habían pasado cuatro años desde aquella fecha y la tragedia estuvo protagonizada por los españoles que viajaban en el vapor 'Príncipe de Asturias' con destino Buenos Aires.
El mar esconde muchos secretos y uno de ellos se asemeja al del barco británico, con la diferencia de que casi nadie recuerda el relato de cómo perdieron la vida cerca de 500 personas. Tampoco lo conocía el periodista Francisco García Novell, que se topó con la historia del 'Príncipe de Asturias' mientras preparaba un documental sobre otro navío y quedó tan enganchado que le dedicó los siguientes dos años.
"La historia es igual a la del 'Titanic'. La diferencia es que éste es un trasatlántico del Atlántico Sur y el 'Titanic' del Atlántico Norte. Los más modernos de la época"
Fruto de aquellas horas es la novela 'Naufragio' (La Esfera de los Libros), que, con el fondo de rigor de una investigación en toda regla, devuelve con algún recurso de narración unos momentos históricos fascinantes, el hundimiento en poco menos de 10 minutos, frente a las costas de Brasil, del barco de la compañía Pinillos.
"Descubrí una referencia al 'Príncipe de Asturias' en la página Web del experto Fernando García Echegoyen, que sabe mucho de barcos hundidos y de pecios", explica García Novell sobre el barco que llenó muchos de sus momentos. "Despertó mi curiosidad porque la historia es exactamente igual a la del 'Titanic'. La diferencia es que éste es un trasatlántico del Atlántico Sur y el 'Titanic' del Atlántico Norte. Un gran trasatlántico. El más moderno de la época. Lo era el 'Titanic' y lo era el 'Príncipe de Asturias'. Pensé 'aquí hay un documental'".
Y lo había (todavía está en proceso de producción y espera terminarlo a principios del año que viene y emitirlo en el Canal de Historia), pero también se camuflaba el libro que recupera al capitán vasco José Lotina, a la joven comerciante gallega Marina Vidal Castro, al abuelo decorador del escritor Julio Cortázar, a la adinerada familia Chiquirrín de Pamplona... Todos estaban encerrados en documentos deslavazados y distantes que, como piezas de un puzzle, había que unir.
De los archivos a las hemerotecas
Lo primero fue contactar con los probables familiares de las víctimas de aquel suceso. Una labor que obligó al investigador a localizar apellidos a través de las Páginas Blancas y enviar cientos de cartas hasta toparse con alguno de ellos. A bucear en la Biblioteca Nacional, en los archivos de periódicos de toda España, en hemerotecas de hasta Buenos Aires y Montevideo y pasar meses en el Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares (Madrid), hasta que encontró la carpeta con la que pudo gritar 'eureka'.
"Después de meses de ir, me hice muy amigo de la gente que trabaja allí y veían mi desesperación. Un día el jefe de sala me dijo 'te voy a buscar abajo', pero abajo son montañas de papeles todavía sin clasificar. Me subió los de la embajada de Brasil, los que tenían que ver con el consulado de Santos. En una carpeta, que nadie había abierto nunca, ponía 'Príncipe de Asturias'. Era el material de la investigación oficial y allí encontré maravillas, entre otras cosas el enterramiento del capitán Lotina. Eso fue un hallazgo tremendo", recuerda.
"En una carpeta, que nadie había abierto nunca, ponía 'Príncipe de Asturias'. Era el material de la investigación oficial y allí encontré maravillas"
El capitán, un hombre de mucho prestigio procedente de Plentzia (Vizcaya), murió con su barco y, sin saberse la razón, empezó a crecer la leyenda de que se había suicidado: "En todo naufragio, cuando desaparece el capitán, es que se ha metido un tiro. Las suposiciones llevan a que, si se ha disparado, es que se sentía culpable. Si es así, es porque había sido un error suyo. Era Carnaval, así que estaría borracho. Eso deterioró su imagen". Pero el documento de enterramiento describe uno de los cuerpos vestido como lo haría el mando del barco. Sin marcas en el cráneo y por tanto sin pistola ni malas conciencias.
"Eso es lo que ha hecho que yo no tenga todavía el documental. Parece un mapa de Indiana Jones, a tantos metros, en un árbol cocotero... Ahí no ha ido nunca el mar por lo que es un territorio seco. Ahí está Lotina". Por ello, "al estilo National Geographic", pretende "exhumar los restos, identificarlos e incluso, si quiere la familia, traerle de vuelta a Plentzia. Hubo un error y de este modo restituiremos la memoria de Lotina".
A escasos 45 metros de profundidad está el barco. En una zona infestada de tiburones. No se ve la estructura de trasatlántico porque ha sido volado con dinamita en varias ocasiones por 'cazatesoros' en busca de recompensa; del oro que se decía que iba en el barco para financiar la revolución de Zapata en México. Con la ayuda de un experto brasileño, Lawrence Wabba, que le ha cedido su equipo de submarinistas con sus cámaras de alta definición, se ha bajado hasta su pecio: "Es difícil porque las aguas son muy turbias y siempre están en movimiento", explica García Novell. Habrá que tomar nuevas imágenes. Pero la historia está por fin recuperada.

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