lunes, 10 de mayo de 2010

los misterios del ocultismo

OCULTISMO
El hombre ha sentido siempre la presencia de fuerzas ocultas a su alrededor, y de fuentes secretas de conocimiento y poderes latentes en su interior. El ocultismo describe las creencias del hombre sobre ese "otro mundo" misterioso y sobre los medios con que ha intentado entrar en contacto con él. Las creencias sobre lo oculto han variado de una cultura a otra, cambiando con el progreso de la cien­cia. Pero, aunque la ciencia explica que la gravedad hace caer una manzana de un árbol, no intenta decir por qué ésta golpea precisamente a aquel hombre determinado que pasaba por debajo. El ocultismo se ha centrado en intentar predecir, prevenir o producir acontecimientos, no en explicarlos.
El marco histórico
Para los ocultistas, la dimensión sobrenatural incluye diversos dioses y demonios a los que se atribuía, y a veces se atribuye, una in­fluencia sobre la meteorología, las cosechas y la procreación. Los hombres creían antiguamente que su propia supervivencia dependía de estos poderes. La creencia en la vida después de la muerte, en espíritus y fantasmas era casi universal.Reconociendo el poder de la sugestión o de la autosugestión, santones como los magi (sacerdotes persas de cuyo nombre procede la palabra magia) inventaron símbolos y ri­tuales para concentrar la mente. Cultos paganos basados en esos rituales sobrevivieron al empuje de grandes religiones, como el cristianismo; pero, desde cl siglo xiv, las prácticas ocultistas comenzaron a ser condenadas por la Iglesia como diabólicas. La persecución de los albigenses, que sostenían que el mundo material había sido creado por el demonio, llevo a la caza de brujas en Europa y mas tarde, en América. Se decía de las brujas que podían tomar la forma que quisieran, volar a la velocidad del rayo en una escoba, convertir a hombres en animales y provocar una infinita variedad de desastres mediante pociones mágicas y encantamientos.
La tortura y quema de las supuestas brujas creó un clima de histeria que en realidad fortaleció la brujería y que duró hasta el S. XVIII. Proliferaron las historias de gentes que se convertían en lobos (licantropía) y de ca­dáveres que no se descomponían porque se alimentaban en cuerpos vivos (vampirismo); y se creía en espíritus benignos, como las hadas y los elfos. Se utilizaban oraciones, ritos y talismanes para invocar asistencia o para ahuyentar la mala suerte. Todavía hoy conservamos residuos de supersticiones, como el "tocar madera" y aún se practican exorcismos para sacar los "demonios" de personas supuestamente "poseídas".

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